Revista Multidisciplinaria Perspectivas Investigativas
Multidisciplinary Journal Investigative Perspectives
Vol. 4(Especial), 56-67, 2024
La pandemia en la sombra y las medidas de protección judicial en el Ecuador
The Shadow Pandemic and Judicial Protection Measures in Ecuador
Silvia Patricia Saltos-Alcívar
Ronald Fabian Giler-Moreira
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penal respecto a muertes de mujeres cumpla con los estándares internacionales y con lo
estipulado en el marco normativo nacional” (p. 1).
En el reporte de la CEPAL (2021), se recoge la recomendación del secretario general de las
Naciones Unidas António Guterres quien “instó en 2020 a todos los Gobiernos a hacer de la
prevención y la adopción de medidas frente a la violencia de género contra las mujeres y las
niñas una parte clave de sus planes nacionales de respuesta a la pandemia de enfermedad por
coronavirus (COVID-19)” (p.1).
Sin embargo, el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la
CEPAL, para el año 2021, reporta que en algunos países decreció la cifra de femicidio (Bolivia,
Brasil, Colombia, Guatemala, Paraguay, Puerto Rico y Uruguay), en otros se mantuvo
(Argentina, Chile, México y Nicaragua) pero lamentablemente en “tres países (Ecuador, Costa
Rica y Panamá) registraron un aumento en comparación con el año anterior; de ellos, Panamá
declaró el incremento más significativo” (p.3).
Finalmente, informa la ONU (2020) que “al tiempo que los sistemas sanitarios se esfuerzan al
límite, los refugios para la violencia doméstica alcanzan también su máxima capacidad,
agravándose el déficit de servicio al readaptar dichos centros a fin de ofrecer una respuesta
adicional al COVID” (p. 3). Se extrae de esta cita que un servicio tan esencial para la mujer que
sufre violencia no debe estar bajo déficit, por el contrario, debe contar con un financiamiento
especial y prioritario para que las víctimas puedan contar con el mismo en todo tiempo,
recordemos que el agresor en la mayoría de los casos se encuentra conviviendo con esta.
Como explica Yeliz Osman (ONU; 2021), se reconoce como un acierto acciones puntuales
como establecer alianzas con hoteles para que brinden espacios gratuitos a las mujeres
víctimas y sobrevivientes, como lo hiciera Argentina e Inglaterra, no obstante, esta situación
termina por revelar la insuficiencia de financiamiento para contar con refugios, albergues y
casas de acogidas para las mujeres que enfrentan alto riesgo de violencia, que es una
recomendación de los organismos internacionales en esta materia.
Ante esto, se articula una acción mundial para abordar la pandemia en la sombra por la ONU
bajo el rotulo “ÚNETE de aquí al 2030 para poner fin a la violencia contra las mujeres” bajo los
cuatro ejes principales que propuso esta institución que se centran en: financiar, prevenir,
responder y recopilar datos. Respecto de las medidas de protección dispuestas en favor de las
mujeres que sufren violencia, encontramos la necesidad de fortalecer los principales servicios,
como son el apoyo integral, los refugios y las líneas de atención ya que son esenciales para las
víctimas. Para esto es indispensable contar con los recursos económicos, humanos y
materiales para su debida implementación. Empero, este no es un deber que le compete
únicamente al Estado, por el contrario, la sociedad civil es clave en la erradicación de la
violencia y la desigualdad.
Así, la educación conforme lo dispuesto en el artículo 27 de la Constitución de la República,
debe centrarse en el ser humano, en el marco del respeto a los derechos humanos, donde se
debe impulsar la equidad de género y la igualdad, constituyéndose en un eje estratégico para
el desarrollo nacional y la democracia. Ante esto es insoslayable que la política y programas
educativos asuman un enfoque que radique los estereotipos y la violencia, disponiendo como
una prioridad acciones que aseguren la visión sobre la igualdad de género.
Desde este punto hay que iniciar la comprensión del tema, una política educativa inclusiva de
toda la diversidad que resalte la igualdad como un valor ético, avanzando hasta la
consolidación de políticas de inclusión social, laboral, económica y sanitaria que reduzca las
tensiones que generan violencia, sin descuidar aquellas estrategias necesarias para la
pacificación de los conflictos que convergen en la disminución de los índices delictivos en
países donde estos se encuentran en los mínimos manejables (Mejía-Hernández, 2021).
Los resultados apuntan a erradicar los factores exógenos y endógenos presentes en la
generación de violencia de género para evitar el grave problema socio-jurídico que deja la
pandemia en la sombra, la cual a pesar de su nombre no ha quedado oculta, por el contrario ha
sido evidente el incremento de las llamadas a los números de atención, de solicitudes a