Revista Multidisciplinaria Perspectivas Investigativas
Multidisciplinary Journal Investigative Perspectives
Vol. 4(Especial educación), 80-87, 2024
El futuro de la educación en ciencias sociales: Adaptación a nuevas realidades sociales
The future of Social Science Education: Adapting to new social realities
Luis Aníbal Pallo-Buse
Marco Vinicio Miles-Flores
Ana Beatriz Yánez-Monge
Mirtha Neraida Oña-Vega
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DISCUSIÓN
Se destaca el trabajo de Amado-Angulo (2024) y Cruz-Sangurima et al. (2024), quienes
subrayan el potencial de las herramientas inmersivas, como la realidad virtual 360, para
optimizar la enseñanza-aprendizaje en ciencias sociales, ofreciendo experiencias interactivas
que conectan a los estudiantes con realidades complejas de manera práctica. Estos hallazgos
se alinean con las propuestas de Miralles-Martínez et al. 2023), quienes enfatizan que, en
tiempos de incertidumbre, estas metodologías ayudan a los estudiantes a desarrollar
habilidades para enfrentar crisis globales con pensamiento crítico y compromiso social.
En el ámbito de la contextualización, Arias (2020) y López et al. (2021) destacan la importancia
de adaptar los contenidos educativos a las realidades locales, promoviendo un aprendizaje
significativo que responde a los problemas sociales específicos de cada región, lo cual es clave
en la formación de ciudadanos activos y reflexivos, preparados para actuar frente a desafíos
globales, pero con un profundo entendimiento de su entorno inmediato. En este sentido,
Burbano (2023) refuerza que la innovación educativa no debe desvincularse del contexto, ya
que es a través de esta conexión que los estudiantes pueden aplicar lo aprendido de manera
transformadora.
Por otra parte, el aprendizaje cooperativo, defendido por Juárez-Pulido et al. (2019), se
constituye como una metodología que fomenta no solo la colaboración y la participación activa,
sino también el desarrollo de competencias sociales críticas, como la empatía y la resolución
colectiva de problemas. Este modelo se complementa con el desarrollo de habilidades blandas,
planteado por Jaramillo-Neira et al. (2024), quienes argumentan que estas competencias son
esenciales para una educación integral, especialmente en ciencias sociales, donde se busca
formar estudiantes capaces de liderar cambios sociales significativos.
La integración de la inteligencia artificial (IA) plantea tanto oportunidades como desafíos, en
este sentido, Ortega-González et al. (2021) y Vargas-Tamez (2015) coinciden en que la IA
puede personalizar el aprendizaje, identificar necesidades específicas y promover una
enseñanza más eficiente. Sin embargo, señalan que su implementación debe ir acompañada
de un diseño pedagógico robusto y políticas inclusivas para garantizar que estas herramientas
no profundicen las brechas tecnológicas existentes, especialmente en contextos con
limitaciones de acceso.
En contextos de crisis social y humanitaria, como los descritos por Rojas-Díaz (2023), la
enseñanza de las ciencias sociales se posiciona como una herramienta transformadora para
fomentar el análisis crítico y la acción social. Este papel es esencial, por cuanto permite a los
estudiantes interpretar y responder a los fenómenos sociales de manera informada y ética,
preparando a futuros agentes de cambio capaces de enfrentar los desafíos globales desde una
perspectiva local.
Por último, la discusión converge en que el futuro de la educación en ciencias sociales
depende de un equilibrio entre innovación tecnológica, contextualización y compromiso
pedagógico. Si bien herramientas como la realidad virtual y la inteligencia artificial amplían las
posibilidades de aprendizaje, su impacto real solo se materializará mediante la implementación
de estrategias inclusivas y sostenibles, como lo sugieren Serrano-Ruiz (2021), Guevara-
Bustamante & Moreno-Muro (2021). En síntesis, las ciencias sociales no solo deben adaptarse
a las nuevas realidades, sino liderar transformaciones educativas que empoderen a los
estudiantes como ciudadanos reflexivos, críticos y socialmente responsables.
CONCLUSION
El futuro de la educación en ciencias sociales exige un enfoque dinámico y adaptativo que
integre las transformaciones sociales, culturales y tecnológicas propias del siglo XXI. Este
proceso de adaptación no solo demanda la incorporación de herramientas tecnológicas
emergentes, como la inteligencia artificial y la realidad virtual, sino también un replanteamiento
del uso de las metodologías pedagógicas, priorizando modelos contextualizados, inclusivos y
críticos. Analizar esta transición permite identificar la necesidad de formar ciudadanos